¿Cómo estimular el desarrollo motriz en personas mayores?

Dentro de esta serie de artículos que, desde el Instituto de Altos Estudios Especializados SERCA, estamos llevando a cabo respecto a la configuración de actuaciones orientadas a la prevención y reducción de los efectos del deterioro físico y psíquico sobre las distintas capacidades en las personas mayores, y una vez que en nuestro anterior entrada centramos nuestro análisis en las diversas actuaciones que permiten la ejercitación de desarrollo cognitivo en este colectivo, hoy queremos detenernos en otro aspecto fundamental para garantizar el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores, como son sus capacidades motrices.

Desde el ámbito académico y profesional relacionado con la mejora de la condición física y el deporte se están desarrollando multitud de actuaciones y propuestas dirigidas específicamente al mantenimiento de las capacidades motrices en personas mayores, ofreciendo unas enormes posibilidades para el desarrollo y fomento de un ‘envejecimiento activo’.

Así, estas actuaciones se centrarán en la reducción de los efectos de las alteraciones funcionales provocadas por el paso de los años, incidiendo principalmente en la realización de ejercicios que estimulen capacidades físicas, como la fuerza y flexibilidad muscular, y de forma análoga sobre el equilibrio y el resto de capacidades coordinativas que contribuyan a mejorar la estabilidad postural de la persona.

Además, en la medida que se lleven a cabo ejercicios para el fortalecimiento del suelo pélvico se estará trabajando para combatir la aparición de incontinencia.

Del mismo modo, de una forma indirecta, la repetición de las secuencias de entrenamiento tendrá un efecto positivo sobre la estimulación de la memoria.

En definitiva, el desarrollo de la actividad física y deportiva en personas mayores, aunque se realice, como es lógico, con un nivel de intensidad netamente inferior al establecido para otros rangos de edad, fomentará muy positivamente el desarrollo de hábitos de vida saludables en las personas que han alcanzado la tercera edad, reduciendo así los efectos negativos propios de una vida sedentaria.

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