Efectos negativos de la sobreprotección sobre el desarrollo evolutivo infantil

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En nuestra pasada entrada, desde el Instituto de Altos Estudios Especializados SERCA, decidimos poner nuestra atención en la creciente tendencia hacia la sobreprotección infantil que se está observando dentro de su entorno familiar, entendiendo esta conducta como la propensión, principalmente de sus progenitores, a evitar que sus hijos se enfrenten a situaciones para cuya resolución están perfectamente capacitados, ante el temor erróneo de que no están realmente preparados para ello o, simplemente, por una percepción de comodidad propia.

En este sentido, antes de profundizar en aquellas actuaciones prioritarias que se deben desarrollar por parte del entorno del menor para evitar el desarrollo de un ambiente de sobreprotección infantil, hoy queremos ofrecer un repaso de las repercusiones que este comportamiento puede tener sobre el desarrollo evolutivo del niño, con objeto de concienciar sobre los riesgos reales que esta actitud puede tener en la adquisición de una madurez plena en el futuro.

Así, si en el entorno del menor se genera una sobreprotección respecto a sus actuaciones y decisiones personales, estaremos sentando las bases para el desarrollo de una personalidad asociada, en un sentido general, a la inseguridad en cuanto a la asunción de responsabilidades y a la ralentización consiguiente en la adquisición de capacidades y habilidades, fruto del aumento del miedo hacia el error o el fracaso.

Este aspecto genérico se suele manifestar en la aparición de los siguientes efectos negativos para el adecuado desarrollo evolutivo del menor:

  • Sentimiento de dependencia del menor hacia su entorno, que se materializará en una autopercepción de inferioridad e, incluso, inutilidad como individuo autónomo.
  • Ausencia de autoestima, seguridad, iniciativa propia y una acusada ralentización de su creatividad, como consecuencia de su temor a equivocarse.
  • Existencia de un claro desinterés hacia la identificación y desarrollo de sus capacidades y habilidades personales.
  • Propensión al desarrollo de comportamientos egocéntricos, caracterizados por una marcada necesidad de atención.
  • Tendencia hacia la ausencia de empatía, consecuencia del punto anterior, fomentada por la despreocupación e indiferencia respecto a las necesidades y deseos del resto de personas que conforman su entorno.
  • En caso extremos, la sobreprotección infantil puede desembocar en el desarrollo de una personalidad y conductas tendentes a la manipulación, como herramienta para la consecución de sus deseos individuales.

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