El teléfono móvil constituye un elemento casi indispensable en el desarrollo de nuestra vida diaria, y cada vez con más fuerza está alcanzando al segmento de población infantil y juvenil, como un modo bastante útil para que los progenitores puedan localizar fácilmente a sus hijos y transmitirle las instrucciones que consideren necesarias.
Si los teléfonos móviles conservasen la configuración que tenían hace solo unos años, cuya funcionalidad estaba limitada prácticamente a la realización y recepción de llamadas y mensajes de texto, quizás no sería necesaria su inclusión en esta serie de artículos, pero de un tiempo a esta parte la telefonía móvil ha experimentado una revolución radical que está llevando a estos aparatos a ser cada vez más “móviles” y menos “teléfonos”, pasando esta a ser incluso una característica secundaria para niños y adolescentes.
A pesar de que los dispositivos móviles se pueden considerar hoy en día como una gran herramienta de comunicación, información y ocio, será preciso tener presentes una serie de riesgos derivados de su uso inadecuado por parte de la población infantil y juvenil, que se pueden resumir en:
- Un efecto negativo por su utilización en lugares inadecuados (aula, reunión familiar, etc.), provocando un déficit de atención en la realización de otras actividades prioritarias.
- Su posible incidencia sobre la economía familiar, debido a un consumo incontrolado o, en ocasiones, al desarrollo de prácticas abusivas, como la suscripción a sms premium sin el consentimiento ni conocimiento del niño.
- Su potencialidad como herramienta de acoso a otras personas. Si bien esta práctica es, como no podría ser de otra manera, tremendamente minoritaria, el equipamiento tecnológico de un dispositivo móvil ofrece muchas posibilidades para molestar y acosar a otras personas a través de mensajes anónimos, la difusión de fotografías o vídeos denigrantes o sin el consentimiento de las personas involucradas, etc.
Ante estos riesgos, será preciso que los progenitores desarrollen las siguientes pautas de actuación:
- Informarse, si no están al día, sobre todo lo que un teléfono móvil puede ofrecer al menor y los riesgos que implica su utilización inadecuada, y estar al tanto de los avances que se producen en este campo.
- Decidir la edad en la que el menor está preparado para disponer de un teléfono móvil, en base a su grado de madurez, responsabilidad e, incluso, atendiendo a su rendimiento escolar.
- Establecer unas ciertas reglas en la utilización del teléfono móvil, tanto en términos de tiempo como en función de los espacios en los que puede utilizarlo o no.
- Sopesar si es conveniente que el dispositivo móvil del menor disponga de acceso a internet o no, dado que se puede solicitar su bloqueo a la compañía operadora.
- Limitar el consumo, haciendo uso de las distintas opciones que nos ofrecen las compañías operadoras (bloqueo de sms premium, restricción de acceso a números de tarificación especial, etc.).
- Educar y orientar a nuestros hijos para que lleven a cabo un consumo responsable de esta tecnología, para lo que es fundamental que les demos ejemplo con nuestro propio comportamiento.