La industria del entretenimiento y los videojuegos, a través de ordenador, videoconsola o incluso desde el teléfono móvil, es uno de los sectores más pujantes en la actualidad, ya que durante los últimos años ha dejado de estar enfocada casi exclusivamente al segmento infantil y juvenil para transformarse en una opción de ocio dirigida al público en general y, casi en mayor medida, al segmento de población adulta.
Esta es la primera cuestión a determinar en este análisis, ya que sigue existiendo una conciencia generalizada en la sociedad que todavía asocia la cultura del videojuego a la población infantil cuando, a pesar de que la gran mayoría de ellos están dedicados a multitud de temáticas y géneros totalmente inofensivos, si que es cierto que una proporción cada vez mayor se basa en contenidos específicamente enfocados para adultos, con hilos argumentales con una considerable carga violenta o sexual.
Este deberá el principal aspecto a controlar en el contacto de la población infantil y juvenil con los videojuegos, el seguimiento de la recomendación de edad que aparece claramente reflejada en la caja de cada videojuego.
En resumen, a pesar de que los videojuegos son una magnífica fuente de entretenimiento para los más pequeños de la casa, además de constituir una buenísima vía para la generación de relaciones sociales y fomentar el desarrollo de una gran cantidad de capacidades tanto corporales (movilidad, coordinación, orientación espacial, etc.) como comportamentales (resolución de problemas, gestión de conflictos o toma de decisiones), si se considera tremendamente aconsejable seguir una serie de pautas para garantizar una buena utilización de los mismos:
- Evitar que la utilización de videojuegos se convierta en una conducta automática, es decir, que se desarrolle cada vez que tiene tiempo libre sin considerar otras alternativas o incluso renunciando a ellas.
- Delimitar espacios y tiempos libres de videojuegos, promoviendo que esta práctica se realice en lugares comunes, en lugar de en su propio dormitorio.
- En definitiva, evitar el abuso en cuanto a la frecuencia y el número de horas que los niños dedican a los videojuegos, marcando reglas claramente predefinidas y acordadas con ellos.