¡Escúchame!

escucha_activa

En el desarrollo de nuestra relación con el resto de personas que nos rodean, tanto a nivel personal como a nivel profesional, la escucha activa constituye en elemento fundamental para que exista una comunicación fluida y provechosa.

No obstante, en numerosas ocasiones, el ritmo ajetreado que caracteriza nuestras vidas, o nuestra propia visión encorsetada de la realidad, se interpone entre nosotros y nuestro interlocutor.

Este hecho adquiere aun más importancia cuando nos dedicamos al asesoramiento, diagnóstico y/o intervención para la mejora de la calidad de vida de otras personas, a las que es preciso escuchar en lugar de prejuzgar, con objeto de obtener el mayor volumen de información posible para una comprensión fiable de su realidad y de en qué medida podemos contribuir a incrementar su felicidad.

En este sentido, hoy queremos recoger en este blog un interesantísimo texto, obra de R. O’Donnell, titulado “¡Escúchame!”, en el que se muestra claramente lo que, casi siempre, espera nuestro interlocutor de nosotros:

“Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a aconsejarme, no estás haciendo lo que te he pedido.

Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a decirme por qué no debería sentirme así, no estás respetando mis sentimientos.

Cuando te pido que me escuches y tu piensas que debes hacer algo para resolver mi problema, no estás respondiendo a mis necesidades.

Escúchame. Todo lo que te pido es que me escuches, no que hables ni que hagas. Sólo que me escuches.

Muchas veces, cuando alguien nos cuenta algo que le preocupa no lo hace porque necesite nuestro consejo u opinión sino solamente porque quiere que le escuchemos. Sin juicios, sin intervenciones, sin asesoramientos. Y, en cambio, tardamos un segundo en juzgar, dos segundos en comparar, tres segundos en personalizar, cuatro segundos en interrumpir, cinco segundos en opinar.

Es fácil aconsejar. Pero yo no soy un incapaz. Tal vez me encuentre desanimado y con problemas, pero no soy un inútil. Cuando tú haces por mí lo que yo mismo puedo y tengo necesidad de hacer, no haces más que contribuir a mis miedos y a mi inseguridad, pero cuando aceptas, simplemente, que lo que siento me pertenece a mí, por muy irracional que sea, entonces no tengo que intentar hacértelo entender sino empezar a descubrir lo que hay dentro de mí.”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.