El método Montessori, creado por María Montessori a inicios del 1900, se ha vuelto muy popular recientemente debido a su enfoque centrado en el niño y su capacidad para fomentar la independencia y el amor por el aprendizaje. Un elemento crucial de este método es la organización del aula, diseñada para promover la exploración, la concentración y el desarrollo integral del niño.
El concepto de “ambiente preparado” es fundamental en la filosofía Montessori. Se refiere a un espacio cuidadosamente organizado que permite a los niños moverse libremente y elegir sus actividades de manera independiente. Según un estudio realizado por Lillard y Else-Quest (2006), los niños en aulas Montessori mostraron mejores habilidades sociales y académicas en comparación con sus pares en aulas tradicionales.
Tal y como afirma Astuti & Sandra (2021), un entorno ordenado y estéticamente agradable ayuda a los niños a desarrollar un sentido de armonía y calma interior. Algunas características específicas incluyen:
El orden en el ambiente externo ayuda a los niños a desarrollar orden mental interno y les permite concentrarse mejor en sus actividades.
La accesibilidad es crucial para fomentar la independencia de los niños. Esto implica:
Esta disposición permite a los niños elegir libremente sus actividades y trabajar de forma autónoma.
El ambiente Montessori está diseñado para permitir y fomentar el movimiento libre y propositivo de los niños. Esto incluye:
Esta libertad de movimiento es esencial para el desarrollo físico y cognitivo de los niños.
Los materiales Montessori son cuidadosamente diseñados y seleccionados para adaptarse a las etapas de desarrollo de los niños:
Estos materiales están diseñados para aislar una cualidad específica y permitir el aprendizaje progresivo de conceptos concretos a abstractos.
El ambiente preparado Montessori, con estas características clave, crea un espacio que fomenta la independencia, la concentración y el aprendizaje autodirigido de los niños, respetando sus ritmos individuales y etapas de desarrollo (Astuti & Sandra, 2021).
Un aula Montessori típica se divide en varias áreas (rincones) de aprendizaje, cada una con materiales específicos diseñados para desarrollar habilidades particulares.
Esta área ayuda a los niños a desarrollar habilidades motoras finas, concentración y autonomía. Aquí los niños aprenden habilidades cotidianas como vestirse, preparar alimentos sencillos o cuidar plantas. Este espacio suele contar con elementos como una pequeña cocina, utensilios de limpieza adaptados a su tamaño y materiales para el cuidado personal.
Se puede representar a través de diversos rincones, como el rincón de los sentidos. En este espacio, los niños encuentran materiales que estimulan sus sentidos: texturas variadas, campanas con diferentes sonidos, cilindros con distintos pesos, entre otros. Estos elementos ayudan a refinar la percepción sensorial y preparan al niño para aprendizajes más abstractos.
Se plasma en el rincón de la lectura. Este espacio acogedor suele contar con una pequeña biblioteca, cojines cómodos y materiales como letras móviles o tarjetas de vocabulario. Aquí los niños desarrollan habilidades lingüísticas, desde la conciencia fonológica hasta la lectura y escritura.
Encuentra su expresión en el rincón de los números. Este espacio puede incluir materiales como las barras numéricas, los tableros de seguin o una caja registradora de juguete, donde los niños aprenden conceptos matemáticos a través de la manipulación y el juego. Por ejemplo, la caja registradora permite a los niños familiarizarse con el conteo y las operaciones básicas en un contexto lúdico y significativo.
Se puede representar en el rincón de la naturaleza y el descubrimiento. Aquí los niños encuentran elementos como globos terráqueos, mapas, colecciones de rocas o plantas, que les permiten explorar el mundo natural y cultural que les rodea.
Finalmente, es importante destacar que estas áreas y rincones no son compartimentos estancos, sino que se interrelacionan y complementan entre sí. Por ejemplo, en el rincón de arte, los niños no solo desarrollan su creatividad, sino que también practican habilidades de motricidad fina, exploran conceptos matemáticos al mezclar colores o narran historias a través de sus creaciones, integrando así diversas áreas de aprendizaje.
Esta organización del espacio en áreas y rincones temáticos permite a los niños moverse libremente, eligiendo las actividades que más les interesan y aprendiendo a su propio ritmo, principios fundamentales de la pedagogía Montessori.
La disposición del mobiliario en un aula Montessori es crucial para facilitar el movimiento y la independencia de los niños. Los muebles deben ser ligeros y de tamaño apropiado para que los niños puedan moverlos según sea necesario.
Un estudio realizado por Saquib et al. (2018) utilizó sensores para analizar el movimiento y las interacciones en un aula Montessori. Los resultados mostraron que la disposición del aula influye significativamente en los patrones de movimiento y las interacciones sociales de los niños.
La importancia de una disposición cuidadosa del mobiliario en el aula Montessori se refleja en investigaciones recientes. Por ejemplo, un estudio realizado por Andino y Varela (2017) destaca cómo la reorganización intencional del espacio físico en el aula puede facilitar nuevas formas de interacción entre los estudiantes y con el conocimiento. Los autores señalan que “Esta re-creación del espacio físico y subjetivo, dada por la alteración intencional de la disposición del mobiliario y la invitación a ‘acercar’ los cuerpos entre los sujetos actantes, posibilitó otro nexo afectivo entre los sujetos y, al mismo tiempo, con los saberes que la profesora en formación pretendía enseñar”.
Esta disposición cuidadosa del mobiliario no solo facilita el acceso a los materiales y la libertad de movimiento, sino que también promueve la independencia, la concentración y la interacción social positiva entre los niños, aspectos fundamentales en la filosofía educativa Montessori.
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