Personas mayores y dependencia

Personas mayores y dependencia

A lo largo de los últimos años el concepto de dependencia ha entrado con mucha fuerza a formar parte de las preocupaciones sociales de la población, gracias al creciente aumento de la sensibilización hacia la protección social tanto de aquellas personas que sufren alguna discapacidad como de las personas mayores cuya autonomía es limitada.

Si atendemos a la definición que ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS), asumida a nivel institucional por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el concepto de dependencia se aplica a la “situación en la que se encuentra una persona que, como consecuencia de una discapacidad, precisa de apoyos regulares para la realización de una determinada actividad”.

En el caso específico de las personas mayores, se puede afirmar, a grandes rasgos, que un miembro de este colectivo se encuentra en situación de dependencia cuando presenta una limitación más o menos importante de su autonomía funcional y necesita del apoyo de otras personas para el desarrollo de su vida diaria.

A partir de aquí, la siguiente cuestión que deberíamos plantearnos estriba en cuándo se puede considerar de forma efectiva que una persona mayor se encuentra en situación de dependencia.

Para dar respuesta a esta pregunta, es preciso tomar conciencia de que la dependencia de una persona mayor puede venir motivada por la concurrencia de uno o varios de los factores que se exponen a continuación, sintetizados por la Fundación Eroski:

Factores Físicos

  • Fragilidad física, problemas de movilidad y enfermedades, motivados por el deterioro natural de los sistemas biológicos de nuestro organismo.
  • Limitaciones sensoriales, principalmente asociadas a la visión y la audición, que dificultan en gran medida su interacción con el medio físico y social.
  • Consumo habitual de fármacos que presentan efectos secundarios e interacciones farmacológicas no deseadas, como efectos sedantes, confusión, etc.

Factores psicológicos

  • Trastornos cognitivos relacionados con el padecimiento de demencias como el Alzheimer o secuelas de accidentes cerebrovasculares, que limitan su actividad intelectual y capacidad de recuerdo.
  • Diagnóstico de una depresión, que suele venir acompañada de aislamiento social, aumentando exponencialmente el declive cognitivo y funcional.
  • Factores vinculados a la personalidad, que pueden incrementar o disminuir la incidencia de otros factores expuestos.

Además de estos elementos, es necesario considerar la existencia de factores contextuales, relacionados tanto con el ambiente físico en el que la persona mayor reside como por el comportamiento y actitudes de las personas cercanas a ella, que, como en el punto anterior, pueden incidir positiva o negativamente en su capacidad de autonomía o dependencia.

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