Trabajando el desarrollo de competencias. Aprendizaje continuo

Las competencias asociadas a la capacidad de aprendizaje continuo se pueden considerar como un conjunto de dimensiones esenciales a adquirir durante el desarrollo evolutivo a lo largo de la infancia y la adolescencia, ya que su mayor o menor fomento condicionará positiva o negativamente el estímulo para la consecución óptima del resto de competencias sobre las que profundizaremos en posteriores artículos.

A grandes rasgos, se puede definir el aprendizaje como el proceso, que se lleva a cabo de forma autónoma o colectiva, para la adquisición de nuevos conocimientos, habilidades, destrezas, conductas o valores, a través de distintas vías como la instrucción, la experiencia o la observación.

La gestión de las emociones y la educación emocional desempeñan un papel fundamental para conseguir el desarrollo óptimo de todo proceso de aprendizaje, ya que permite el desarrollo integral del menor tanto a nivel cognitivo como a nivel afectivo.

Más allá de este principio básico y basándonos en el Informe Delors, publicado por la UNESCO en 1996, los pilares básicos en los que debe basarse la educación de nuestros hijos e hijas son los que se recogen a continuación:

  • Aprender a conocer; este pilar se refiere al fomento y perfeccionamiento de nuestras capacidades intelectuales, si bien en dicho informe se pone de manifiesto la importancia de que esta labor sea desarrollada por educadores y progenitores desde una perspectiva guiada por el placer de comprender y descubrir.
  • Aprender a hacer; se basa en la adquisición de las competencias necesarias para el desempeño de un trabajo, tanto aquellas específicas para una profesión en particular, como aquellas de carácter genérico que complementan a las anteriores (trabajo en equipo, liderazgo, capacidad de decisión, etc.). El desarrollo de este pilar del aprendizaje en la etapa infantil deberá estar basado en el desarrollo de habilidades y destrezas individuales mediante la observación, la experimentación y el descubrimiento y familiarización con su entorno cercano.
  • Aprender a convivir; es un pilar fundamental en el aprendizaje integral del menor, ya que está dirigido a la toma de conciencia hacia el descubrimiento de nuestras semejanzas y diferencias con los demás, su aceptación y la puesta en marcha de proyectos en común con el resto de la sociedad. En este punto, para poder descubrir aquello que nos ofrecen los demás, el primer paso deberá estar asociado al conocimiento de nosotros mismos, lo que nos permitirá la adquisición de competencias relacionadas con el autoconocimiento, la empatía y la destreza social.
  • Aprender a ser; en relación con el pilar anterior, es preciso sentar las bases para que el menor se descubra a si mismo y desarrolle su propia identidad, que alcanzará su plenitud si se trabaja desde una doble vertiente: a nivel individual, como ser único y diferente, y a nivel social, como miembro de una comunidad.

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