Trabajando el desarrollo de competencias. Esfuerzo

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En este repaso que estamos realizando acerca de las diferentes competencias que es preciso trabajar durante la etapa infantil y adolescencia del menor, con objeto de facilitarle el desarrollo de una vida adulta satisfactoria y plena, hoy nos vamos a detener en una competencia que, además de su enorme importancia intrínseca, tiene la cualidad de ejercer como elemento de apoyo o dinamizador para la adquisición del resto de capacidades esenciales en el desarrollo evolutivo, así como de todas aquellas metas que nos propongamos en la vida. Hoy vamos a profundizar en el esfuerzo.

La Real Academia Española de la Lengua define el esfuerzo, en su segunda acepción, como el “empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo las dificultades”. A partir de esta definición podemos comenzar a desgranar los distintos aspectos que justifican la importancia del esfuerzo como competencia esencial para la consecución de un desarrollo evolutivo pleno.

Por un lado, el esfuerzo parte de la concreción de una o varias metas que se pretenden alcanzar, es decir, tiene su origen en un objetivo que motiva la acción y orienta las distintas actuaciones que deberemos realizar para alcanzarlo.

Por otro lado, el esfuerzo está asociado indisolublemente a la existencia de dificultades para alcanzar las metas marcadas, ya que no sería necesaria la aplicación de recursos por encima de lo normal para la consecución de nuestro objetivo cuando es posible alcanzarlo con facilidad.

Estos aspectos, unidos a la íntima relación del esfuerzo con otras competencias como la perseverancia y la disciplina, lo convierten en uno de los primeros signos inequívocos de madurez en el transcurso del desarrollo evolutivo del niño o la niña, ya que implica que el menor empieza a abandonar la visión cortoplacista propia de las primeras etapas de su vida, llegando a renunciar a la satisfacción inmediata a cambio de una recompensa que se obtendrá con el paso del tiempo.

A pesar de que diversos autores consideran que el esfuerzo es un valor en crisis en la sociedad actual, existen distintas formas de potenciar esta capacidad durante la niñez y la adolescencia, entre las que podemos destacar las siguientes:

  • Fomentar su capacidad para fijarse metas, o sueños, enseñándole además la importancia de una buena planificación, entendida como la división de ese objetivo central en pequeños logros cuya consecución a nivel individual nos llevarán a alcanzar aquello que buscamos.
  • Trabajar herramientas que contribuyan a desarrollar su capacidad para gestionar de forma eficiente su tiempo.
  • Premiar su afán de superación, así como su resistencia al fracaso.
  • Realizar un seguimiento de aquellas tareas que empieza, con el fin de apoyarle para que las finalice con éxito, mejorando así su autoestima y potenciando su confianza en que su esfuerzo sirve para algo.
  • Contribuir a que siempre encuentre una lectura positiva de sus ‘no éxitos’, lo que le ayudará a afrontar la vida con una visión constructiva.

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