A lo largo de esta serie de artículos estamos llevando a cabo un repaso de las principales competencias que se deben adquirir durante su desarrollo evolutivo, estableciendo una serie de nociones básicas para potenciar su asimilación de una forma óptima por parte del niño durante su infancia y adolescencia.
En este sentido, el respeto se constituye como una de las competencias primordiales para el desarrollo de una convivencia plena en sociedad, dado su protagonismo respecto a la aceptación de la propia realidad y la generación de una actitud abierta y tolerante hacia las creencias, opiniones y formas de expresión de los demás.
El respeto debe partir, por tanto, de la aceptación de la propia dignidad e identidad por parte del menor, ya que solamente a partir de una base sólida relacionada con nuestra autoestima podremos aceptar al resto de las personas con las que convivimos, en cuanto a sus características y diferencias.
Es preciso además que el niño comprenda que el respeto tiene un carácter bidireccional, dado que deberá mostrarlo hacia los demás y, de forma recíproca, deberá exigir que se muestre hacia su persona, porque, en caso contrario, no estará mostrando respeto hacia su propia dignidad.
Desde una edad temprana hay que hacer ver al niño que el respeto implica aceptar que los demás son tan importantes como uno mismo, en cuanto a que sus propios deseos de libertad y satisfacción tienen como límite la libertad y satisfacción del resto de la sociedad.
Aquí es donde habrá que trabajar la asimilación de conceptos asociados al respeto como la diversidad, entendida como las múltiples diferencias entre los individuos que conforman una sociedad, y la tolerancia, como el nivel de aceptación que tenemos hacia todo aquello que es distinto, e incluso opuesto, a nosotros.
Un ejercicio de gran utilidad para reforzar todos estos conceptos es educar al menor en la utilización de plurales a la hora de expresarse, ya que de esta forma asumirá de forma inconsciente la importancia del ‘nosotros’ respecto al ‘yo’, interiorizando el enriquecimiento que supone el contacto con individuos tanto semejantes como diferentes a él.