Trabajando la inteligencia emocional: 6 a 12 años

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Hoy, desde el Instituto de Altos Estudios Especializados SERCA, queremos finalizar esta serie de artículos orientados a profundizar en el desarrollo de la inteligencia emocional durante la infancia prestando atención a los distintos aspectos a lo que hay que prestar una mayor atención durante la fase en la que el niño se encuentra en la etapa de educación primaria.

En este sentido, debemos tomar conciencia de la existencia de una serie de conceptos sobre los que deberemos desarrollar nuestras actuaciones, los cuales, dada su importancia, pasamos a enumerar a continuación:

Comprensión de la ambivalencia emocional; si bien determinadas situaciones proporcionan un estado emocional diferenciado, en ocasiones podemos encontrarnos ante otros supuestos en los que una misma situación puede provocarnos una combinación de sentimientos que pueden llegar incluso a ser contrapuestos.

Esta ambivalencia de las emociones es difícil de entender para los niños y, por ello, tardan en alcanzar una comprensión consciente de este fenómeno.

En este sentido, el desarrollo de una experiencia social lo más completa posible es fundamental para adquirir esta capacidad cognitiva, ya que permitirá al niño enfrentarse a situaciones en las que él mismo pueda percibir en primera persona diversas emociones y observar dichas emociones en los demás.

Desarrollo de la toma de perspectiva emocional y comprensión de las emociones; la consecución de una perspectiva emocional propia se caracteriza por la secuenciación de una serie de etapas, que comenzará con el establecimiento de una elevada y positiva percepción del niño hacia sí mismo, continuará con el desarrollo de una actitud optimista y desenfadada, y finalizará con la adquisición de un estado de serenidad global en lo que se refiere a sus emociones, contribuyendo así a la mejora de su desarrollo intelectual.

En este punto será fundamental la actuación de aquellas personas que actúan como referentes del niño, que además se irán incrementando desde un ámbito inicial formado por su entorno familiar (padres y hermanos) a su expansión hacia el entorno educativo (docentes, compañeros de clase, amigos, etc.).

Desarrollo de la autorregulación emocional; además de los aspectos relativos a la comprensión de las emociones, el desarrollo emocional durante esta etapa implica evolucionar en el control y regulación de las propias emociones.

El papel del entorno familiar y educativo, en este sentido radica, en enseñar al niño a que aprenda a adaptarse a las distintas situaciones a las que deberá enfrentarse, con un comportamiento emocional regulado y manejable, para que, paulatinamente sea el propio niño el que pueda ejercer este autocontrol sobre las emociones que experimentará a lo largo de su vida.

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