Una vez que en nuestro anterior artículo se establecieron las bases de lo que se ha dado a conocer como Trastornos de la Conducta Alimentaria y de la necesidad de llevar a cabo un reconocimiento temprano de estas patologías para poder desarrollar la intervención médica, psicológica y nutricional más adecuada en cada caso, en las siguientes líneas vamos a tratar de profundizar en las características específicas que definen uno de los casos más flagrantes de esta tipología de trastornos, como es la Anorexia Nerviosa.
Así, la Anorexia Nerviosa consiste en un síndrome psiquiátrico que puede venir determinado por una gran multitud de factores pero que, en todos los casos, se manifiesta en la pérdida voluntaria y antinatural de peso corporal, llegando a provocar alteraciones fisiológicas que pueden condicionar el normal funcionamiento de nuestro organismo.
En un lenguaje coloquial, la aparición de la Anorexia Nerviosa en una persona implica la aparición de un miedo, que podríamos considerar irracional, a la posibilidad de ganar peso, incluso en aquellos casos en los que el peso corporal de la persona es el adecuado para su sexo, edad y complexión física, por lo que se produce un fenómeno de distorsión de su propia imagen corporal, ya que las personas que sufren este trastorno no tienen conciencia de que está enferma ni es consciente de los riesgos asociados a su conducta.
Para la consecución de esta pérdida de peso, la persona afectada por la anorexia está dispuesta a poner en práctica distintos procedimientos como el vómito autoinducido, el abuso de laxantes o la ingesta indiscriminada de productos diuréticos.
Los factores de riesgo para la aparición de un trastorno de Anorexia Nerviosa pueden estar asociados a aspectos genéticos, psicológicos, sociales, culturales, nutricionales, neuroquímicos y hormonales, aunque se pueden identificar rasgos de personalidad previos que pueden facilitar su desarrollo como la necesidad de aprobación, el perfeccionismo, la hiperresponsabilidad o la falta de respuesta a sus propias necesidades internas.
Si bien la incidencia de esta enfermedad es netamente superior en el sexo femenino, por su sobreexposición al cumplimiento de unos cánones de belleza impuestos por la sociedad, en los últimos años se está observando un incremento considerable de su presencia en el sexo masculino.
A la hora de llevar a cabo la intervención sobre una persona que presenta un caso de Anorexia Nerviosa, que es lo que realmente nos interesa ofrecer en este blog, deberemos considerar que nuestra actuación se desarrollará en cuatro fases:
- Corrección del trastorno agudo, haciendo frente a los posibles cuadros de deshidratación, diselectrolitemias (déficit de calcio, magnesio o potasio) y alteraciones del equilibrio ácido-base en el organismo del paciente.
- Retroalimentación del paciente, adecuando las necesidades calóricas al peso que presenta la persona enferma y que deberá ir aumentándose cada 24 horas, atendiendo a su tolerancia, a través, si es posible de nutrición oral y, si fuese necesario, mediante alimentación enteral por sonda nasogástrica o nasoduodenal.
- Desarrollo de un proceso de reeducación nutricional, que contribuya a estabilizar el trastorno alimentario en cuestión.
- Emisión del alta hospitalaria, con un estricto seguimiento ambulatorio del estado nutricional de la persona y del desarrollo efectivo de los hábitos alimentarios establecidos en el proceso de reeducación.