Trastornos de la Conducta Alimentaria. Bulimia Nerviosa

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Continuando con la profundización que, desde el Instituto de Altos Estudios Especializados SERCA, estamos realizando sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria, que comenzó con la exposición de las consideraciones generales de estas patologías y prosiguió con un análisis específico de la Anorexia Nerviosa, hoy nos vamos a detener en el otro trastorno de la alimentación con mayor vigencia y difusión en nuestra sociedad actual, centrándonos en la definición, diagnóstico y tratamiento de la Bulimia Nerviosa.

La Bulimia Nerviosa fue considerada por primera vez como un trastorno alimentario con entidad propia en 1979, fecha en la que el psiquiatra británico Gerald Russell le otorgó una entidad propia respecto de la Anorexia Nerviosa, dadas sus marcadas características diferenciales.

La Bulimia Nerviosa consiste en la realización de ingestas masivas y compulsivas de alimentos, a la que sigue una autoinducción del vómito o la utilización de laxantes o diuréticos para garantizar un control exhaustivo del peso corporal.

Este trastorno, que suele iniciarse durante la adolescencia, afecta a un porcentaje de la población que oscila entre el 1 y el 3% y muy mayoritariamente al sexo femenino.

El principal problema de la Bulimia Nerviosa, desde un punto de vista preventivo, es la dificultad implícita en su detección, ya que en numerosas ocasiones la persona afectada no tiene síntomas de malnutrición y puede incluso presentar sobrepeso, no observándose ‘signos de gravedad nutricional’.

Para facilitar su diagnóstico, el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), publicado por American Psychiatric Association–APA en 1994, estableció los siguientes criterios:

  • Presencia de atracones recurrentes, caracterizados por una ingesta de alimentos elevada y en un corto espacio de tiempo, en la que se percibe una clara pérdida del control sobre la misma.
  • Aparición de conductas compensatorias inapropiadas, con la finalidad de no ganar peso, tales como la utilización de laxantes, diuréticos, enemas, autoinducción del vómito o realización de actividad física exagerada.
  • Las dos conductas anteriores tienen una frecuencia de ocurrencia de, al menos, dos veces por semana a lo largo de un periodo de tres meses.
  • En la autovaloración se percibe una influencia notoria de los aspectos relacionados con el peso y la silueta corporal.
  • Esta alteración no tiene por qué estar relacionada exclusivamente por la existencia de un trastorno de Anorexia Nerviosa.

A partir de estos síntomas, se pueden identificar dos tipologías diferenciadas de Bulimia Nerviosa:

  • Bulimia Nerviosa de Tipo Purgativo; donde predominan las conductas compensatorias inapropiadas dirigidas a eliminar la alimentación ingerida (vómitos, laxantes, diuréticos, etc.).
  • Bulimia Nerviosa de Tipo No Purgativo; en la que las conductas compensatorias están relacionadas con el ayuno y la realización de ejercicio intenso.

La recuperación frente a los casos detectados de Bulimia Nerviosa deberá comenzar con el tratamiento del síndrome metabólico, a través de una dieta absoluta con aspiración nasogástrica, si existe dilatación gástrica aguda, y la perfusión con suero fisiológico.

Posteriormente habrá que reinicio de la dieta oral, mediante la ingesta progresiva de alimentos, en función a la tolerancia de la persona, y con una cantidad calórica adecuada para su talla y peso.

En aquellos casos en los que no exista colaboración por parte del paciente habrá que considerar llevar a cabo una nutrición enteral total.

El conjunto del tratamiento deberá ir acompañado del desarrollo de técnicas de educación alimentaria y, en caso necesario, de un tratamiento psicopatológico-farmacológico.

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