Continuando con el repaso a aquellos otros trastornos de la conducta alimentaria que pueden presentarse en nuestro comportamiento nutricional, fundamentalmente en las etapas correspondientes a la pubertad y la adolescencia, hoy vamos a poner fin definitivamente a esta serie de artículos realizando un resumen de los distintos trastornos que han pasado a formar de esta clasificación en la última versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V), que en la versión anterior de este manual estaban encuadrados dentro de la categoría de ‘Trastornos iniciados en la infancia o la adolescencia’.
Así, podemos considerar como otros trastornos alimentarios los que pasamos a exponer a continuación:
Trastorno por rumiación: se caracteriza por la regurgitación voluntaria y repetida de aquellos alimentos ya ingeridos, con objeto de volver a masticarlos.
Esta práctica imposibilita el mantenimiento de un peso corporal adecuado y puede diagnosticarse cuando la regurgitación se produce de forma repetida, durante al menos un mes, sin que existan náuseas o dolencias de carácter gastrointestinal.
Trastorno de ingestión alimentaria de la infancia: se asocia al rechazo a la ingesta de determinados alimentos o en aquellos casos en los que el niño presenta conductas alimentarias alejadas de la normalidad, asociadas a un comportamiento intransigente.
La presencia de este trastorno puede diagnosticarse a partir de la concurrencia de las siguientes conductas:
- La alteración de la alimentación se asocia a una dificultad persistente para la ingesta adecuada de alimentos, con una incapacidad significativa para aumentar o, incluso mantener el peso corporal durante, al menos, un mes.
- Dicha alteración no está asociada a una dolencia gastrointestinal ni a ninguna enfermedad médica asociada.
- El inicio de este trastorno se produce en menores con una edad inferior a los seis años.
- Puede ir acompañado de la presencia de un trastorno por rumiación.
Pica; se trata de un trastorno basado en la ingesta voluntaria de sustancias no nutritivas, como puede ser papel, arena, etc.
Su presencia es muy rara y residual en la edad adulta, si bien esta práctica es bastante más habitual durante la infancia, y con mayor frecuencia en aquellos niños y niñas con autismo o algunos tipos de discapacidad intelectual.
La Pica se puede diagnosticar a partir de una ingesta continuada, durante al menos un mes, de sustancias no nutritivas, en una edad que no se corresponde con etapas tempranas del desarrollo evolutivo.