Trastornos sexuales según el DSM-5: Guía práctica para profesionales

Trastornos sexuales según el DSM-5

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) es la herramienta de referencia para los profesionales de la salud mental en la evaluación y diagnóstico de diversos trastornos, incluyendo aquellos relacionados con la sexualidad. En esta guía práctica, exploraremos los principales cambios y novedades en la clasificación de los trastornos sexuales en el DSM-5, así como orientaciones para su diagnóstico y tratamiento.

Principales cambios en el DSM-5

La quinta edición del DSM introdujo modificaciones significativas en la categorización de los trastornos sexuales. Uno de los cambios más notables fue la eliminación del término “parafilia” como categoría diagnóstica, reemplazándolo por “trastorno parafílico”. Esta modificación busca distinguir entre intereses sexuales atípicos que no causan malestar o disfunción (parafilias) y aquellos que sí lo hacen (trastornos parafílicos).

Otro cambio relevante fue la reclasificación de la disforia de género, anteriormente conocida como trastorno de identidad de género, fuera del capítulo de trastornos sexuales. Ahora se encuentra en un capítulo propio, reconociendo que la incongruencia entre el género experimentado y el asignado al nacer no constituye necesariamente un trastorno mental.

Trastornos del deseo sexual

El DSM-5 fusionó el trastorno del deseo sexual hipoactivo y el trastorno por aversión al sexo en una única categoría: el trastorno del interés/excitación sexual femenino. Este cambio reconoce la dificultad para distinguir entre el deseo y la excitación en muchas mujeres, y se centra en la falta de interés y la ausencia de respuesta a los estímulos sexuales.

En el caso de los hombres, se mantiene el diagnóstico de trastorno del deseo sexual hipoactivo masculino, caracterizado por una deficiencia o ausencia persistente de fantasías y deseo de actividad sexual.

Trastornos de la excitación sexual

El DSM-5 conserva el diagnóstico de trastorno de la erección en hombres, definido como la incapacidad repetida para lograr o mantener una erección suficiente para una actividad sexual satisfactoria. Sin embargo, se eliminó el requisito de que la disfunción esté presente en al menos el 75% de las ocasiones, reconociendo la variabilidad individual.

En cuanto a las mujeres, se introdujo el trastorno de la excitación sexual femenina, que implica una reducción significativa o ausencia de respuesta de excitación sexual, incluyendo lubricación y sensaciones genitales.

Trastornos del orgasmo

El DSM-5 mantiene las categorías de trastorno del orgasmo femenino y trastorno del orgasmo masculino, caracterizados por una marcada demora, infrecuencia o ausencia de orgasmo tras una fase de excitación normal. Se eliminó el criterio de tiempo específico para considerar la presencia del trastorno, reconociendo la variabilidad individual y cultural.

Trastornos sexuales por dolor

El DSM-5 combina las categorías anteriores de dispareunia y vaginismo en un único diagnóstico: el trastorno de dolor genito-pélvico/penetración. Este trastorno se caracteriza por dificultades persistentes o recurrentes con la penetración vaginal, dolor genito-pélvico durante las relaciones sexuales o los intentos de penetración, miedo o ansiedad ante el dolor genito-pélvico, y tensión o contracción de los músculos del suelo pélvico durante los intentos de penetración.

Trastornos parafílicos

Como se mencionó anteriormente, el DSM-5 distingue entre parafilias y trastornos parafílicos. Para que una parafilia sea considerada un trastorno, debe causar malestar o deterioro significativo en el funcionamiento del individuo, o implicar daño o riesgo de daño a otros.

Algunos de los trastornos parafílicos incluidos en el DSM-5 son:

  • Trastorno voyeurista: Derivada de observar a personas desnudas o realizando actividades sexuales sin su consentimiento.
  • Trastorno exhibicionista: Derivada de exponer los propios genitales a personas no dispuestas o sin su consentimiento.
  • Trastorno frotteurista: Derivada de tocar o frotarse contra personas no dispuestas o sin su consentimiento.
  • Trastorno de masoquismo sexual: Derivada de ser humillado, golpeado, atado o sometido a sufrimiento.
  • Trastorno de sadismo sexual: Derivada de infligir sufrimiento psicológico o físico a otros.

Consideraciones para el diagnóstico y tratamiento

Al evaluar y diagnosticar trastornos sexuales, los profesionales de la salud mental deben tener en cuenta diversos factores, como la edad, el género, la cultura, la orientación sexual y las experiencias previas del individuo. Es fundamental realizar una evaluación exhaustiva que incluya aspectos médicos, psicológicos y sociales, y descartar posibles causas orgánicas de la disfunción sexual.

El tratamiento de los trastornos sexuales suele implicar un enfoque multidisciplinario, que puede incluir psicoterapia, terapia de pareja, medicación y educación sexual. La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser efectiva en el abordaje de muchos trastornos sexuales, ayudando a los pacientes a identificar y modificar pensamientos y comportamientos disfuncionales.

Además, es crucial abordar los trastornos sexuales con empatía, comprensión y libre de juicios de valor. Los profesionales deben crear un ambiente seguro y de confianza donde los pacientes puedan expresar sus preocupaciones y trabajar hacia una vida sexual satisfactoria y saludable.

El DSM-5 ha introducido cambios significativos en la clasificación y comprensión de los trastornos sexuales, reflejando los avances en la investigación y la práctica clínica. Como profesionales de la salud mental, es nuestro deber mantenernos actualizados sobre estos cambios y utilizarlos para brindar un mejor diagnóstico y tratamiento a nuestros pacientes.

Al abordar los trastornos sexuales con conocimiento, empatía y un enfoque multidisciplinario, podemos ayudar a las personas a superar sus dificultades y disfrutar de una vida sexual plena y satisfactoria.

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Mónica María Benavente Linares

Graduada en Enfermería

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