Adicciones sin sustancias: Un desafío para los profesionales de la salud mental

Las adicciones sin sustancia, también conocidas como adicciones comportamentales, han surgido como un desafío importante para los profesionales de la salud mental en las últimas décadas. A diferencia de las adicciones a sustancias, estas se caracterizan por la compulsión hacia actividades o comportamientos específicos, que pueden volverse tan perjudiciales y disruptivos como las drogas o el alcohol.

¿Qué son las adicciones sin sustancia?

Según la Asociación Americana de Psiquiatría, se definen como “comportamientos repetitivos y persistentes que se vuelven el foco principal de la vida de una persona, a pesar de las consecuencias negativas(APA, 2013). Estas adicciones pueden manifestarse en una amplia gama de actividades, como el juego, las compras, el sexo, el ejercicio, el uso de internet y la alimentación, entre otras.

A pesar de no involucrar el consumo de sustancias, comparten muchas características con las adicciones a drogas, incluyendo la pérdida de control, la tolerancia, la abstinencia y la interferencia con la vida diaria (Grant et al., 2010).

Además, a menudo se caracterizan por la preocupación persistente por la actividad, los intentos fallidos de reducir o detener el comportamiento y la continuación del mismo a pesar de las consecuencias adversas.

Es importante destacar que, aunque algunas actividades como el juego, las compras o el uso de internet pueden ser parte de un estilo de vida saludable, se convierten en adicciones cuando comienzan a dominar la vida de una persona y causar daño significativo en su bienestar y funcionamiento diario.

Tipos de adicciones sin sustancias más comunes

Algunas de las adicciones sin sustancia más prevalentes incluyen:

  • Juego patológico: La adicción al juego se caracteriza por la necesidad compulsiva de apostar, a pesar de las consecuencias negativas en la vida personal, familiar y financiera. Las personas con trastorno de juego patológico a menudo experimentan pensamientos obsesivos sobre el juego, tolerancia (necesidad de apostar más para lograr la misma emoción) y síntomas de abstinencia cuando intentan dejar de jugar.

  • Adicción a las compras: Las personas con adicción a las compras experimentan un deseo incontrolable de adquirir bienes, a menudo más allá de sus medios económicos. Esta adicción puede manifestarse como compras compulsivas, acumulación de deudas y ocultamiento de las compras a familiares y amigos.

  • Adicción al sexo: La adicción al sexo implica una preocupación obsesiva con la actividad sexual, que puede llevar a comportamientos de riesgo y problemas en las relaciones interpersonales. Las personas con adicción al sexo pueden experimentar impulsos sexuales intensos, dificultad para controlar los pensamientos y comportamientos sexuales, y consecuencias negativas como la pérdida de relaciones, problemas laborales y riesgos para la salud.

  • Adicción al ejercicio: Aunque el ejercicio es generalmente beneficioso para la salud, algunas personas pueden desarrollar una obsesión por la actividad física, lo que puede resultar en lesiones y desequilibrios en otras áreas de la vida. La adicción al ejercicio se caracteriza por la necesidad compulsiva de hacer ejercicio, la preocupación excesiva por la actividad física y la continuación del ejercicio a pesar de las lesiones o el agotamiento.

  • Adicción a internet: La adicción a internet abarca una amplia gama de comportamientos en línea, como el uso excesivo de las redes sociales, los juegos en línea y la pornografía. Las personas con adicción a internet pueden experimentar preocupación constante por las actividades en línea, deterioro de las relaciones y responsabilidades en la vida real, y síntomas de abstinencia cuando no pueden acceder a internet.

Factores de riesgo y vulnerabilidades

Varios factores pueden contribuir al desarrollo de adicciones sin sustancia, incluyendo:

  • Predisposición genética: Estudios sugieren que ciertos rasgos genéticos pueden aumentar la vulnerabilidad a las adicciones comportamentales. La investigación ha identificado variaciones genéticas en los sistemas de neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina, que pueden influir en la susceptibilidad a las adicciones.

  • Trastornos mentales coexistentes: Las personas con trastornos como la depresión, la ansiedad y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) tienen un mayor riesgo de desarrollar dependencia sin sustancia (Chamberlain et al., 2016). Estos trastornos pueden aumentar la vulnerabilidad a las adicciones comportamentales al influir en la impulsividad, la regulación emocional y los mecanismos de recompensa del cerebro.

  • Factores ambientales y sociales: El estrés, el trauma y la influencia de los pares pueden contribuir a la aparición de adicciones comportamentales. Los eventos estresantes de la vida, como el abuso, la negligencia o la pérdida, pueden aumentar el riesgo de desarrollarlas como mecanismo de afrontamiento desadaptativo. Además, la exposición a entornos sociales que normalizan o promueven comportamientos adictivos puede influir en el desarrollo de adicciones sin sustancia.

Consecuencias en la vida de las personas

Las adicciones sin sustancia pueden tener un impacto significativo en la vida de las personas afectadas, incluyendo:

  • Deterioro de las relaciones interpersonales: Pueden llevar a conflictos y rupturas en las relaciones familiares y de pareja. La preocupación excesiva por la actividad adictiva puede resultar en negligencia de las responsabilidades y compromisos, erosionando la confianza y la intimidad en las relaciones.

  • Problemas financieros: Algunas como el juego patológico y las compras compulsivas pueden resultar en deudas abrumadoras y dificultades económicas. Las personas con estas adicciones pueden gastar cantidades excesivas de dinero en la actividad adictiva, descuidar las facturas y las obligaciones financieras, y enfrentar problemas legales relacionados con las deudas.

  • Consecuencias laborales y académicas: El tiempo y la energía dedicados a la actividad adictiva pueden afectar negativamente el desempeño en el trabajo o los estudios. Las personas con estas dependencias pueden experimentar disminución de la productividad, absentismo, conflictos con compañeros y supervisores, y riesgo de pérdida del empleo o fracaso académico.

  • Problemas de salud física y mental: Pueden contribuir a la aparición de trastornos de ansiedad, depresión y problemas de salud relacionados con el estrés. Por ejemplo, la adicción al ejercicio puede llevar a lesiones por uso excesivo, trastornos alimentarios y agotamiento, mientras que la adicción a internet puede estar asociada con problemas de sueño, dolor de cuello y espalda, y aislamiento social.

Prevención y detección temprana

La prevención y la detección temprana son claves para abordarlas. Algunas estrategias incluyen:

  • Educación y concienciación: Informar al público sobre los riesgos y las señales de advertencia puede ayudar a prevenir su desarrollo y promover la búsqueda de ayuda. Los programas educativos en escuelas, universidades y comunidades pueden abordar los mitos y estigmas asociados con las adicciones sin sustancia, y proporcionar información sobre los recursos de tratamiento disponibles.

  • Cribado en atención primaria: Los profesionales de la salud pueden utilizar herramientas de cribado para identificar a las personas en riesgo de desarrollar estos problemas. La incorporación de preguntas sobre los comportamientos adictivos en las evaluaciones de salud rutinarias puede ayudar a detectar problemas en sus primeras etapas y facilitar la intervención temprana.

  • Programas de prevención en escuelas y universidades: La implementación de programas educativos y de habilidades para la vida puede ayudar a los jóvenes a desarrollar estrategias de afrontamiento saludables y reducir el riesgo de adicciones comportamentales. Estos programas pueden enseñar habilidades de regulación emocional, resolución de problemas y toma de decisiones, así como promover actividades alternativas saludables.

Enfoques terapéuticos

El tratamiento a menudo implica una combinación de enfoques terapéuticos, incluyendo:

  • Terapia cognitivo-conductual (TCC): La TCC ayuda a las personas a identificar y modificar los pensamientos y comportamientos problemáticos asociados con la adicción. A través de técnicas como la reestructuración cognitiva, la exposición gradual y la prevención de recaídas, la TCC puede ayudar a las personas a desarrollar estrategias de afrontamiento saludables y reducir los comportamientos adictivos.

  • Terapia de grupo: Los grupos de apoyo y terapia pueden proporcionar un espacio seguro para compartir experiencias, aprender habilidades de afrontamiento y recibir apoyo de personas que enfrentan desafíos similares. La terapia de grupo puede ayudar a reducir el aislamiento y el estigma asociados con las adicciones sin sustancia, y fomentar un sentido de comunidad y responsabilidad compartida en el proceso de recuperación.

  • Entrenamiento en mindfulness: Las prácticas de mindfulness pueden ayudar a las personas a manejar los impulsos y las emociones asociadas con las adicciones comportamentales. A través de la atención plena y la aceptación sin juicio de los pensamientos y sensaciones, el mindfulness puede ayudar a reducir la reactividad emocional y aumentar la capacidad de tomar decisiones conscientes.

  • Tratamiento de trastornos coexistentes: Abordar los trastornos mentales subyacentes, como la depresión y la ansiedad, es esencial para el tratamiento exitoso de las adicciones sin sustancia. El tratamiento integrado de los trastornos coexistentes puede mejorar los resultados al abordar las complejas interacciones entre las adicciones comportamentales y los problemas de salud mental.

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Cristina Trujillo

Licenciada en psicología con especialidad en orientación educativa. Redactora en el blog de Instituto Serca.

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